A todos nos agrada mantener el control sobre nuestra vida. Tal es de este modo, que la mayor parte de nosotros acostumbra a organizarse de forma eficaz para encarar los retos de nuestro cada día de la mejor forma posible.
No obstante, existen bastantes personas para las que esta necesidad de orden y control traspasa los límites de lo que podemos estimar “normal”. Su rigidez mental y perfeccionismo alcanzan semejantes niveles que pueden terminar interfiriendo significativamente en sus vidas. Charlamos de la personalidad anancástica.
En este blog post charlamos de:
El anancástico, ¿de qué manera vive en el planeta?
En el momento en que una persona cuenta con una serie de rasgos de personalidad en las que la preocupación por los detalles, la autoexigencia y el orden domina sus vidas, podemos sospechar de la existencia de un inconveniente.
Estas personas, que acostumbran a ser vistas a ojos del resto como responsables y serias, acostumbran a padecer un enorme malestar en su interior a raíz de su comportamiento. De alguna manera, se sienten atrapadas frente a la necesidad de escoger bien, de hacer las cosas bien, y no solo bien, sino más bien de la mejor manera posible.
El anancástico es alguien que para todo precisa hacer listas, organiza escrupulosamente sus horarios y le da tantas vueltas a las cosas que tiene grandes contrariedades para acabar sus labores, dejando a un lado el ocio en beneficio de todo lo que sea productivo.
Dado este panorama, semeja lógico meditar que sus niveles de agobio terminan resultando significativamente elevados, llegando a sumir sus vidas en un vaivén de gestiones o bien trabajos que efectuar. En verdad, conforme los estudios, gran parte de estas personas tiene inconvenientes de adicción al trabajo, como contrariedades en sus relaciones personales.
Un punto esencial a mentar debe ver con la procrastinación. Ante semejante nivel de demanda, acostumbra a ser frecuente que estas personas tengan tantas contrariedades para tomar resoluciones y escoger la opción mejor que terminen aplazándolas, llegando a padecer un bloqueo tan esencial que en ocasiones les lleva a no decidir o bien actuar.
El habitual ejemplo sería el de alguien que pasa horas delante del PC escribiendo y borrando de forma continua lo que ha escrito por considerarlo “imperfecto”.
A nivel sensible, la frustración acostumbra a ser uno de los elementos predominantes en su día tras día. Son usuales los raptos de ira y enfado cuando la persona percibe que ha perdido el control, algo que resulta de lo más usual.
Lo más frecuente es que acabe pagando su enfado con el resto, lo que puede terminar en un deterioro de sus relaciones personales.
Por otro lado, ese control podría extenderse asimismo cara las propias emociones, de manera que el anancástico trataría de eludir a toda costa enseñar tristeza, alegría, miedo… transmitiendo una imagen de seriedad prácticamente continua.
¿Qué hay tras una personalidad anancástica?
Una gran parte de los sicólogos coinciden que en el fondo de una personalidad anancástica hay una percepción negativa sobre uno mismo. Una baja autoestima, unida a una visión poco saludable sobre su persona, llevaría al anancástico a procurar alterar su planeta externo en un intento de corregir los defectos percibidos en el interior.
El inconveniente brota cuando, pese a sus diligentes intentos por hacer las cosas perfectas y ordenadas, la manera de verse internamente prosigue siendo negativa. Esto le hace entrar en un círculo sin fin, que le lleva a demandarse poco a poco más.
Pese a que los factores genéticos semejan tener una esencial repercusión en la adquisición o bien mantenimiento de esta problemática, cada vez gana más peso la relevancia de los factores sociales y culturales.
De esta forma, una personalidad deseosa, forjada además de esto en un entorno de excesiva crítica o bien énfasis en lo negativo, terminaría por producir el inconveniente. Se trataría, por lo tanto, de personas que han aprendido a desarrollar una necesidad obsesiva por la corrección, la mejora incesante y la optimización, en menoscabo de otras habilidades más ligadas a la vida sensible.
¿Es posible mudar esta activa?
Si bien la personalidad anancástica tiende a ser estable y bien arraigada, la terapia cognitivo conductual ha probado un esencial eficiencia en su tratamiento.
Si bien una persona con este modo de desenvolverse deberá estar alarma su vida para no “volver a caer”, puede llegar a aprender habilidades y formas de comportamiento que le asistan a llevar una vida más plena.
Ciertas claves y metas terapéuticas podrían ser las siguientes:
- Aprender a gozar de las actividades que se efectúan.
- Ser más benevolente con uno mismo y aprender a auto disculparse.
- Conocer y admitir las propias restricciones
- Admitir los fallos como una parte de la propia vida
- Practicar la tolerancia con el resto y con uno mismo.
Una característica presente de forma frecuente en las personalidad obsesiva o bien anancástica es la incapacidad para reposar tanto mental como físicamente.
En el libro Aprendiendo a vivir: El reposo de Fernando Sarráis (dos mil once) se aborda esta cuestión de una manera singularmente eficiente, aportando a la persona anancástica herramientas para conseguir un equilibrio sicológico que prevenga el agotamiento y la somatización.