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La importancia de usar protectores solares naturales en verano

El verano es una época en la que podemos disfrutar plenamente del sol y sus rayos. En consecuencia, nos beneficiamos de la generación de vitamina D, que fortalece los huesos, y de su acción contra patologías, como la depresión y la psoriasis. Sin embargo, cualquier acción que tenga un efecto beneficioso real suele ir acompañado de un efecto secundario no deseado y de contraindicaciones.

En el caso del sol, la radiación ultravioleta es una espada de doble filo de la que nos debemos proteger para obtener los beneficios del resto del espectro lumínico. En herbomundo, saben que usar un protector solar adecuado es necesario en estas fechas. Para ello, proporcionan protectores solares naturales para ofrecer la máxima protección.

¿Qué son los protectores solares naturales?

No todos los protectores solares son iguales. En primer lugar, según su filtro, pueden clasificarse como químicos o físicos. En el caso de los protectores solares con filtros químicos, se aplican 30-40 minutos antes de la exposición solar, formado por compuestos de menor tamaño que pueden ser absorbidos por la piel. Su mecanismo de acción es transformar la radiación ultravioleta absorbida en calor.

En cambio, los protectores solares con filtros físicos usan otros compuestos de mayor tamaño, como óxido de zinc o dióxido de titanio, para reflejar la radiación solar de manera inmediata. Como en este caso no penetran la piel, se considera más adecuado para personas alérgicas, con pieles sensibles o niños. Los protectores solares naturales pertenecen a este grupo, incluyendo ingredientes menos procesados, como aceite de argán o aloe vera.

¿Por qué es necesario usar protección solar?

Los protectores solares son una barrera contra las radiaciones solares nocivas. Aun así, es posible que te preguntes qué consecuencias tienen estas radiaciones para que sea tan necesario protegerse contra ellas.

La radiación solar contiene un amplio espectro con distinta capacidad de penetración y de energía. De esta manera, mientras unos microondas pueden atravesarnos y hacernos sentir un calor difuso, nuestro cuerpo actúa como barrera a la luz visible, razón por la que proyectamos sombra.

La radiación ultravioleta se distingue por su alta energía. Por una parte, esta nos pone morenos, pero este es un mecanismo de protección automático. Esta radiación tiene la capacidad de alterar el ADN. Es la razón por la que, al quemarnos con el sol, se desprende una capa de piel.

Además, si nos exponemos innecesariamente sin protección, algunas células cutáneas comienzan a crecer de forma distinta y a formar lunares.

Todo este daño es acumulativo, por lo que cada exposición aumenta el riesgo de que las células de la piel actúen de forma distinta a como lo haría una sana.

En el caso más grave, las células alteradas por la radiación pueden proliferar descontroladamente en forma de cáncer que, de no detectarse y cuidarse adecuadamente, puede extenderse a otras zonas del cuerpo.

Por esta razón, dado que cada exposición irresponsable al sol es como una lotería donde cada vez es más fácil “ganar”, no hay nada más sencillo que aplicarse protector solar para evitar un “premio” indeseable.

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